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YSL en la Mapfre

Soy muy fan de la fundación cultural Mapfre desde hace años, cuando dirigía un periódico para gallegos en Madrid (un toque de exotismo en mi carrera periodística) y mimaba el contenido de la agenda cultural por puro placer.

Acudí a un par de cursos en la sede de Azca sobre arte e historia, y a las presentaciones para prensa de las nuevas adquisiciones, como la Suite Vollard de Picasso, o la impactante serie Hermanas Brown; de Nicholas Nixon -36 retratos, uno por año desde el 1975, de la esposa y cuñadas del fotógrafo.

En una de esas visitas Alejandra Fernández, responsable de prensa me habló de una futura nueva sede. Sita en el paseo de Recoletos de Madrid, abrió sus puertas en octubre de 2008 con una espectacular exposición sobre Degas, que generó largas colas. Poco después el BBVA expuso en el palacio del marqués de Salamanca su colección de arte latinoamericano y se formó un revuelo en la prensa cultural porque había quien pensaba que las instituciones bancarias/aseguradoras no debían hacer la competencia a los museos, si no contribuir económicamente con ellos.



YSL.
Hace unos días visité, por fin, la exposición Yves Saint Laurent, retrospectiva, repaso a los más de cuarenta años de creacción del modisto francés.

Dicen que no es tan completa como la que se pudo ver en el Petit Palais de París, pero la muestra está compuesta por más de 150 modelos, como las creaciones con las que Saint Laurent ganó su entrada en la Historia de la moda en la segunda mitad de los 60 -el primer smoking femenino (67), la saharariana como prenda ‘de calle’, el traje pantalón femenino (68), el mono (69)…Hasta la colección más denostada por la prensa, la de 1971.

Con paradas especiales en el homenaje a la relación de YSL y Catherine Deneuve -trajes que la actriz francesa llevó en alguna de sus películas, y escenas de las mismas en video-; en la reproducción de la mesa de trabajo de Yves Saint Laurent, en las colecciones de inspiración rusa, india, africana y en las insipiradas en arte pictórico…

El fin de una era. Una de las salas a las que más tiempo dediqué fue a la de alta costura, homenaje al fin de una era que Saint Laurent y Pierre Bergé pronosticaron, con la exposición de trajes realizados para algunas de las musas del modisto: Laurent Bacall, Marie Helene Rothschild, la duquesa de Windsor…

Sin olvidar la zona más ‘especializada’, en la planta -1: un recorrido visual por los muestrarios de las telas utilizadas en las colecciones del modisto.

En el microsite de la exposición hay un apartado que indica ‘Cómo preparar la visita’ en el que señala que el último pase de visitantes se realizará una hora antes del cierre de la exposición, dando a entender que está dura una hora. Mi visita duró más de dos horas.

Si os gusta mínimamente la moda, no os la podéis perder.

Y sí, se puede hacer una visita virtual desde la web, pero qué queréis que os diga, las piezas del museo virtual de Valentino tienen mayor precisión y aún así no he pasado más de 5 minutos paseando por él.

De los muestrarios de 300 fotos a la app PEOPLE de Zara en Facebook

Me crié entre muestrarios y ferias de moda. Femenina, exterior, gama media alta.
A mediados de los 80, me probaba trajes de chaqueta y vestidos imposibles que vistos en retrospectiva, echaban 10 años más a nuestras madres. A finales de la misma década, prendas de algodón de colores mostaza, morado… Moda efímera opacada por los vaqueros de marca y Zara.

He vivido tres décadas de evolución de la moda patria… y de la manera de venderse. Del b2b -de la fábrica y el distribuidor a la tienda- y de la tienda al consumidor. Desde los monstruosos muestrarios fotográficos acompañados por las no menos enormes cartas de colores, a la reducción de los mismos.

En los primeros años de Cibeles llegó el boom del modelaje: las boutiques más exclusivas querían ver la ropa que iban a comprar en el cuerpo de una de sus dependientas o en una modelo.

Y en las tiendas, en estos años, se pasó del trato personalizado -aún sigue habiendo quien compra pensando en clientas fijas- a tratar de captar la atención de la dependienta para que confirme, irremediablemente, que si no está expuesto, no exite.

Democratización de la moda y moda 2.0

Los blogs y las redes sociales han contrinuido al despertar de un nuevo interés por el mundo de la moda y la pronto idem.
Cientos de blogs de outfits diarios invaden la red y son consultados por adolescentes y treintañeras busncado resolver la universal pregunta mañanera del qué me pongo; y las revistas del ramo lo han acusado incluyendo en sus editoriales lo nunca visto: ropa asequible a todos los bolsillos.

En Inditex, reyes en España del fenómeno de la democratización de la moda, el grupo (cuya planta de Arteixo tuve la oportunidad de grabar, y defino como Disneyland para alguien a quien le guste la ropa) han entendido quién manda en la red y en los armarios de gran parte de su público potencial.

La semana pasada sacaban una app, llamada PEOPLE, dentro del perfil de Zara en Facebook:
Si se pincha en el + bajo la foto, se descubre a qué bloguera de streetstyle corresponde cada look, por lo que entendemos, que la firma gallega regala la ropa a cambio de que les cedan los derechos de las fotos.

Por supuesto, el objetivo es la compra, así que con doble click en el nombre de la prenda, dirige a la ficha de la misma en la tienda on line.

La idea la venía realizando hace tiempo la tienda on line inglesa queenswardrobe.com, que no tiene más catálogo que las fotos de las bloggers; y no tardará en ser imitada por otras firmas.

¿Qué dirán del fenómeno streetstyle las generaciones futuras?

Ni idea, pero mi padre me empieza a pedir que envíe por mail a los clientes las fotos de los muestrarios. (Padres e informática, en otra entrega)