– 7º derecha, señorita, me dice el portero antes de pisar el portal convencido, supongo que por la hora, mis labios rojos y las lentillas (vale que nunca me ha visto antes, pero esas cosas se notan), de que ‘ese’ es mi destino.
– Eso pone en el DM -¿qué hay más porteril que twitter?- pero, ¿usted sabe qué es exactamente? Llega un vecino que reclama su atención y solo tiene tiempo de decirme con cierto tono de obviedad: “Un evento”.
Y hacia el ‘evento’ me dejo llevar en un ascensor de esos antiguos -de madera, puertas de cristal y rejilla- desde el que se escucha la música de un piano que -se intuye- procede del misterioso 7 D.
En la puerta, un cartel que indica que se entra en el Luxury Purple Club Madrid. Comienza la velada. [….]
Y de ella, cinco conclusiones:
1- El del Ritz es el mejor catering que he probado nunca (en un evento en Madrid). Ni un solo pero. Y yo soy muy de ‘peros’ gastronómicos.
2- El Abadía Retuerta LeDomaine 2012 está espectacular. Tal cual. Es un blanco que podría pasar por tinto (si se obvia la ligera acidez) por su toque de barrica (5 meses en roble francés). Álvaro Pérez Navazo, director de marketing de Abadía Retuerta, me contaba, mientras mirábamos los jardines del Retiro desde la terraza del LPCM, que está elaborado con las uvas de unas cepas de Sauvignon Blanc que aparecieron como por arte de magia en una parcela de Merlot, y que esta es la segunda añada. Un vino para sorprender a los amigos ‘entendidos’ y para disfrutar en soledad. A la vuelta de la playa, reservo para visitar la bodega.
3- Los chicos de Robb Report -en especial José María Álvarez- y Sibaritus -Xavi Güell son grandes -enormes- anfitriones, relaciones públicas, y por qué no decirlo: grandes personas. Y por supuesto, Adolfo Benito y Juan Carlos Antona, del Luxury Purple Club.
Para los de provincias el concepto de club pendula entre un sitio con piscina y salones sociales donde todos -o casi todos- se conocen (algo parecido a un club de campo, sí), y el literario de las novelas y películas inglesas. El LPCM se acerca a estos últimos -con sus Chesters en los salones, el trato exquisito a los socios…- y su servicio de alta sastrería.
4- Y llegamos al asunto principal de la velada, al menos a mi razón para ser invitada: La caja de Sibaritus ideada por los hermanos Roca. ¿Qué hay en una Chefbox Sibaritus? Esa es la pregunta del millón. Bueno… de los 100 euros. Lo más sencillo es pensar que comida envasada al vacío. Y no sé en otras, pero en la de los Roca no.
En la de los Roca hay 40 botes. Perdón, 40 botecitos con esencias de elementos que se usan en la cocina del Celler. Y no son para usarlos en la cocina, sino para jugar a adivinarlos.
Nada me había vuelto a provocar un subidón tan parecido a esas batallas campales de Trivial de mi época universitaria -sí, yo jugaba al Trivial antes de Triviados- que tratar de descubrir qué escondían los botes de la box de Sibaritus by Roca. … ¿Trufa blanca, cilantro, almendra? Decenas de olores que la memoria olfativa retiene pero que a veces es complicado reconocer a la primera. Un Trivial olfativo para sibaritas con una vida útil de 3 años. Si alguien me lo quiere regalar, que me pida las señas 🙂